Pero mira que te pones tonto, Manolo. Te juro que he ido solo al supermercado. ¿A dónde más voy a ir, si está todo cerrado? Hasta he ido por el camino corto, que a mí las calles vacías no me gustan. No, no he comprado nada más, solo lo que ves: cuatro plátanos, una cebolla, tres tristes manzanas y un pimiento. ¿Que cómo he tardado tanto? Cómo se nota que tú no has tenido que manejar una de esas bolsas de plástico con guantes. Empiezas a frotar, como si intentases hacer fuego con un palito, durante diez minutos, hasta que la puñetera bolsa decide abrirse. Es más fácil que esas bolsas empiecen a arder a que se abran. Yo no vuelvo más, que parezco lela. Hale, me voy a lavar las manos.