Cuando bajé del autobús, quemaba el suelo.
Por un instante miré a mi alrededor y no supe dónde estaba. Ni el jet lag ni las horas de viaje ayudaban a ubicarse en medio del calor sofocante.
La sensación tardó en desaparecer más de lo esperado. Pasó un día, y luego otro. Fui a lugares que solía frecuentar, hablé con amigos y dormí en mi cama, pero nada terminaba de resultarme familiar.
Al final, una tarde, se puso el sol. Y todo volvió a su lugar.
Els Amics de les Arts cantan «Tornar sempre es la millor part de l’aventura» 😉 Aunque a veces cueste encontrar los motivos.. Bienvenida a casa!!!
Es verdad, volver es otra parte de la aventura !! 🙂
Sobretodo si se piensa que el viaje es de ida y vuelta