Todos los días me llegan emails de Ikea. Me recuerdan lo importante que es estar a gusto en casa, me mandan el link a unos cuentos para niños que nunca abro y al final, como quien no quiere la cosa, me recomiendan una serie de productos: un organizador de cables, una colcha o un nuevo armario. Montar muebles de Ikea no entra ahora en mis prioridades, así que se va directo a la papelera.
Recibo correos de academias online, para los cuales la palabra confinamiento debe de ser sinónimo de tiempo libre infinito. De supermercados que me recuerdan que tienen sistema de compra online. De un centro de masaje al que fui hace tres años y que me da trucos para aliviar el estrés. De Linkedin, que me anima a que mejore mi perfil porque “están buscando personas como tú” aunque lo último que me hubiera imaginado ahora mismo es a alguien de recursos humanos buscando frenéticamente gente a la que contratar.
Pero mis favoritos son los correos electrónicos de ropa. Conjuntos de ropa interior para noches especiales, vestidos primaverales y bonitos trajes de fiesta. Aún no ha llegado el correo que se titule “la mejor ropa para ir de la cama al sofá y del sofá a la cama”. Una lástima.
*El diario de hoy también viene con bonus track. Probablemente, una obviedad, pero en mi cabeza la palabra spam estará siempre ligada a los Monty Python.
#cuarentena #covid-19