Estamos encerrados en casa. Nos lo acaba de decir el Presidente, Pdr. Bueno, a nosotros personalmente no, lo ha dicho en la tele. Tampoco es que lo hayamos visto en la televisión, ya que J1 estaba limpiando la cocina y yo terminando de bañar a J2, y a nosotros se nos da mejor enterarnos por redes sociales cuando todo ha ocurrido – vivir con una mínima demora, como cuando en la radio suena el pitido de la hora en punto pero en tu reloj ya son y un minuto.
Es surrealista. Leo todos los días los informes del Ministerio y las cuentas no me salen. Ahora las cuentas que no sé cómo cuadrar son otras: ¿Cuándo vamos a trabajar? ¿Qué vamos a hacer con J2 metidos en casa? ¿Cuál es el supermercado más lejano al que puedo ir sin levantar sospechas? Esta tarde hemos ido al chino a hacer acopio de pegatinas y plastilina. Mañana ya estará cerrado. Me pregunto si El Rincón cerrará. Hoy he dado el que ha resultado ser mi último paseo durante las próximas semanas con una bolsa de conguitos. Espero que los establecimientos que venden conguitos aparezcan en el Decreto como comercios de primera necesidad. Qué menos que eso.
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