No, las despedidas no son hermosas. Decir adiós no tiene nada de poético, romántico o literario. Despedirse de alguien es, simplemente, una mierda.
Una pareja intercambiaba los últimos gestos, las últimas palabras, a pocos metros del control y del guardia de seguridad, que no les quitaba ojo de encima. Rondaban la cincuentena, y esa característica me había conmovido más que sus abrazos, las lágrimas de ella o el amor y la tristeza que él expresaba con cada gesto. Como si despedirse en estaciones de tren fuera algo limitado a los jóvenes. Como si llegase un momento en el que ya no duele decir adiós.
Durante uno de sus abrazos, por encima del hombro de ella, nuestras miradas se habían cruzado. Me había observado fijamente con una expresión que mezclaba resignación y solidaridad. Aquí estamos, parecía decirme. Qué le vamos a hacer. Y yo había asentido con los ojos. Así es, aquí estamos.
Ambos pasasteis el control al mismo tiempo. Al otro lado del cristal, ella se había situado a mi lado. Las dos movíamos las manos casi al unísono, mandando besos invisibles que tratábamos de que llegasen al viajero correcto.
En la estación hacía frío.
Siempre hace frío.
qué bonito y qué triste.. :__(
Pero tiene que haber despedidas para que haya reencuentros!!!
Por supuesto !! 🙂
El tiempo pasa rapido.Ya puedes empezar a descontar dias
Claro que sí! 😉
Hola ISabel. acabo de descubrir tu blog ……
Ya me parecía, por algún comentario en twitter, que te gustaría escribir ….
Muy bonito